
Siempre danzaba en primavera y bajo la lluvia de pétalos de sakura. Lo hacía con la ayuda de sus abanicos colorados y no se trataba de una simple coreografía, sino de un ritual, pues era capaz de invocar a un dragón que danzaba con ella. Nadie podía resistirse a su danza hipnótica.
Otra de mis tríadas: Ilustración + microrrelato + música. Recomiendo disfrutar todo a la vez. Espero que te guste.
Lídia Castro Navàs
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