La luz del atardecer 

Foto propia. rodas, 2009

La luz del atardecer bañaba los sillares de la muralla dejándolos dorados. Esos muros que me protegían y a la vez me hacían prisionero… No creí que acabaría mis días en esta isla sin ver mundo. Siempre quise embarcar y surcar los mares a lomos de un navío. Pero mis deseos se han convertido en sueños. Sueños rotos por la realidad que me ha tocado vivir. El único consuelo que me queda es el gozo de observar todos los atardeceres desde mi posición privilegiada. Y es que ser un cañón de muralla me permite tener unas vistas únicas del horizonte. 

Lídia Castro Navàs