Ataviada con mi mejor armadura, y una capa de piel de oso encima, me dispuse a hacer frente a mi mayor enemigo. Mi montura estaba lista, monté a horcajadas y me dirigí hacia el norte. El galope veloz del caballo me hacía notar el peso de la espada que llevaba colgada. Eso me permitía sentirme fuerte y segura.
Pude atisbar algo en el horizonte. Era una hueste hostil. Sostuve las riendas con más fuerza, espoleé al animal y apreté los dientes para enfrentarme a ellos. Cuando estuve cerca vi que eran al menos veinte hombres; desenvainé la espada y grité con todas mis fuerzas.
El crepitar de la leña del fuego me sonsacó de mi abstracción. Tenía que acabar mis labores, así que me deshice de mi ensoñación y continué bordando.
Lídia Castro Navàs
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Hermosa ensoñación que lleva a las gestas caballerescas de la edad media. Un saludo, Lidia.
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Gracias, Javi! 😊 Un saludo 🙋
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Buen final, estabas soñando despierta !
Un abrazo
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Sí, tengo una imaginación un tanto volátil que me hace imaginar que soy lo que no soy! Jajaja Gracias, Francisco. Un abrazo.
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Viva la imaginación, es lo que nos puede salvar en los momentos críticos.
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Hermosa manera de bordar tiene una mujer convertida en guerrera, me encantó Lidia. 🙂
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Muchas gracias, Silvia! Es que tengo un alter ego un tanto guerrero!! Jiji Besoooos 😘😘
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Eso es muy bueno Lidia 😉 como debe de ser con fuerza y con garra ante todo.
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Es que frente a la chimenea con el calor y el ruido de las llamas, es sencillo dejar que la imaginación nos lleve los pensamientos. Sencillo y por supuesto recomendable. Un abrazo
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Lástima que en los pisos de hoy en día ya no hay chimeneas 😢 Un saludo, Carlos!
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