Opíparo

Me empezó a doler el estómago y la barriga a la vez. Los pinchazos se intensificaron, entonces, me di cuenta de que mis piernas no respondían; me sería imposible recorrer el camino hasta los baños. Levanté el brazo y con la mirada localicé al sirviente, que me acercó la vasija donde vomité. Después de aliviar mi molestia, continué comiendo, íbamos por el plato nueve y el banquete al que había sido invitado tenía quince.

cocina-roma1

Lídia Castro Navàs

31 comentarios en “Opíparo

      • Es muy interesante eso del triclino Lidia. O sea que además de unos triclineros bastante cochinos eran unos impíos. Claro luego llegamos los bárbaros y mucho `presumir de imperio pero de combatir nada de nada,

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    • Así era, o al menos así lo explican los escritores clásicos como Petronio, donde describe muy bien todo el «ritual» de un banquete romano que incluía la vomitona prevista para todos los comensales jajajaja
      Muchas gracias, Luna.
      Abrazote de vuelta
      (d eliminada 😉 )

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  1. Es lo que se llama «el rebose». Yo nunca he sido partidario de tales excesos. Pero no por que me interese mi salud o porque el derroche marque desigualdad. No es por nada de eso. Es por egoísmo puro —o cicatería—: lo que pago, lo digiero, ¡pardiez!

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  2. Recuerdo que vi en la filmoteca una pelicula horrible que se llamaba «La grande bouffe» en la que se reunen unas personas para suicidarse comiendo. Uf! que desagradable!!! Creo que en bufet de 6 Euros que cuenta Javi, habría sido una muerte más rápida! jeje
    Una abraçada, Lídia

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