
Su corazón palpitaba al ritmo del galope de los caballos, que golpeaban el suelo con fuerza. Sus pensamientos se mezclaban con los gritos de los soldados que marchaban hacia una muerte segura. La guerra era inevitable, aunque ella sabía que no serviría de nada luchar., pues el Destino estaba decidido. Ella misma lo había escrito antes de nacer. Nadie la creía, pero eso también formaba parte del pacto que firmó siendo aún un alma.
Otra de mis tríadas: Ilustración + microrrelato + música. Recomiendo disfrutar todo a la vez (minuto 2:31 de la canción). Espero que te guste.
Lídia Castro Navàs