
El sanador guardaba una sabiduría ancestral en su interior. Memorias de otra vida como atlante. Hacía su trabajo usando la energía y se valía de sus manos para ello. Pero requería de la ayuda de otros seres más avanzados espiritualmente, a quienes invocaba antes de las sesiones. El paciente solo veía dos manos, pero había más desde otras dimensiones posadas sobre su cuerpo.
Otra de mis tríadas: Ilustración + microrrelato + música. Recomiendo disfrutar todo a la vez. Espero que te guste.
Lídia Castro Navàs