
YO: Aguantad las posiciones, por favor. Y tú, Dragón, intenta no abrir los ojos y saca más la lengua, que tiene que parecer que estás muerto.
DRAGÓN: ¿Pero quién se va creer que un simple mortal puede con un fiero dragón?
YO: La verdad es que mucha gente lo cree, de hecho, historias como esta son las que mantienen viva la esperanza y la ilusión entre las personas.
DRAGÓN: Pues no es realista. No solo es humano, sino que además lleva falda y esa espada es ridícula, ¡nunca atravesaría mi dura piel!
YO: A ver, ¿podrías no mover la boca, Dragón? Esto va a quedar mal…
SAN JORGE: Si Dragón queda mal a mí me da igual, pero yo quiero salir bien, ¡¿eh?! Potencia mis bíceps, no te olvides. Un momento, ¿qué es esto? Creo que me ha entrado una escama en la uña y me molesta.
YO: ¡San Jorge, déjate los dedos y mantén la espada bien erguida!
SAN JORGE: Es que me saca de quicio cuando este animal se mete con mi indumentaria. ¡No es por nada pero tú, Dragón, vas en cueros!
DRAGÓN: Grrrr (gruñe y se remueve).
YO: Bueno, ¡se acabó! No me hago responsable del resultado final de la escultura.
Lídia Castro Navàs