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PAPA GELASIO I: Me gustan las fiestas Lupercales que celebraban los antiguos romanos. ¿Por qué no las adaptamos al cristianismo?
CAMARLENGO: Pero se trata de una fiesta pagana que celebra la fertilidad y marca el inicio de la primavera.
PAPA GELASIO I: Me da igual, quiero incluirla en nuestro calendario.
CAMARLENGO: De acuerdo, pero para hacerlo, necesitamos asociarla a un Santo de nuestra Iglesia.
PAPA GELASIO I: A ver, déjeme pensar… Nuestra tradición es que la fertilidad y la reproducción se den dentro del matrimonio, así que un candidato ideal sería ese médico romano que abrazó la fe cristiana y se convirtió en sacerdote, para poder oficiar matrimonios.
CAMARLENGO: Sí, pero si no recuerdo mal, lo hizo inclumpliendo una ley que había promulgado el emperador Claudio II.
PAPA GELASIO I: ¿Qué ley era esa?
CAMARLENGO: Según el emperador, los solteros y sin hijos eran mejores soldados, así que prohibió la unión entre personas jóvenes.
PAPA GELASIO I: ¡Qué absurdo! Pero ¿qué más da? Nosotros no permitimos ciertos matrimonios tampoco y somos la religión más mayoritaria del mundo.
CAMARLENGO: ¡Entonces, no se hable más! Ya tenemos Santo.
PAPA GELASIO I: ¿Cómo se llamaba? Es que ahora no me acuerdo.
CAMARLENGO: San Valentín.
PAPA GELASIO I: Ah, sí. Pues toma nota y tráeme el lacre para que lo selle. No te olvides de poner la fecha, ¿qué día es hoy?
CAMARLENGO: 14 de febrero del 494. ¡Hecho! A partir de hoy se celebrará esta fiesta como si fuera cristiana.
PAPA GELASIO I: ¡Somos unos genios! (se ríe).
Lo que no sabían es que siglos después, el capitalismo la convertiría en su fiesta más lucrativa y la gente se olvidaría por completo de su origen.
Lídia Castro Navàs

P.D.: El de la imagen es el Papa Gregorio IX, pero ¿qué más da? 😉