
Fuente: Pixabay
Me daba igual que el oráculo hubiera predicho que fracasaría, la misión era de vital importancia. Además, él siempre estaba a mi lado, protegiéndome y le debía eso. Así que, iría al castillo, me enfrentaría al ogro y liberaría a mi compañero.
— ¡María, deja la consola y vente a comer! ¡A la mesaaaaa!
Pues el oráculo tenía razón. No estaría mi madre compinchada con él, ¡¿no?!
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