Plano ascendente

Plano ascendente. Imagen sacada de la red

Las construcciones de la ciudad Onírica eran de ensueño. Siempre me llamó la atención la capacidad de los insomnes para saberse adaptar al entorno. Sus creaciones se mimetizaban con la naturaleza gracias a sus formas intrincadas y sinuosas, sus colores luminosos y su estética delicada. Todo ello rodeado de esos jardines diseñados artesanalmente, prestando mucha atención a los detalles sin desfigurar la esencia natural del espacio. Una ciudad entera construida de forma armónica y que lucía con belleza innata e imperturbable. 

O, al menos, esa era la impresión que me daba al principio, cuando la visitaba en busca de recursos. Rápido descubriría que esa ciudad escondía mucho más de lo que nos mostraba a simple vista.

Con la llegada de los poseídos se abrió un nuevo plano de la existencia; el llamado plano ascendente: misma realidad, pero infectada por la maldición que atenazaba a los poseídos. Ese fluido negro y viscoso lo recubría todo, oscureciendo la luz natural y desfigurando por completo el esplendor de los insomnes. Los enemigos invocaron ese plano paralelo donde poder esconderse, pero pronto dimos con sus portales y la forma de atravesarlos: usando la “Tintura del florete de la reina”, la esencia ascendida.

Aún recuerdo la primera vez que tuve que tomar una de esas pócimas: bastó una gota para que su sabor intenso y amargo inundara toda mi boca, hasta quitarme la capacidad de degustar otros sabores durante un largo tiempo; además, provocó una terrible quemazón en toda mi garganta, que tardaría otros tantos días en apagarse. Al cabo de unos instantes, nuestros cuerpos quedaban casi traslúcidos, emitiendo una luz grisácea. Aparecía a nuestro alrededor un aura de reluciente plata. Eso significaba que estábamos infectados, aunque su efecto duraba menos de una hora. Lo peor eran los primeros minutos, pues la sensación de ingravidez sumada a un mareo ligero y la impresión de que ibas a vomitar de un momento a otro, lo hacían sumamente desagradable. 

Pero tomar la esencia ascendida era un mal menor, pues nos permitía ver los portales poseídos que nos llevarían al plano ascendente, donde se escondía la élite de esa estirpe a la que debíamos derrotar. Y eso no era fácil, pues lo hacíamos en su terreno, en total oscuridad; una oscuridad que nos engullía una vez habíamos traspasado los portales negros. Allí todo se desfiguraba de forma grotesca: edificios oscuros, teñidos por las viscosas manchas de la maldición poseída y plagas de enemigos esparcidas aquí y allá. 

Muchas veces el terreno era ilusorio y al primer paso caíamos en un tenebroso vacío. Era preciso mirar dónde poníamos los pies; en la mayoría de ocasiones debíamos ir saltando sobre piedras que iban apareciendo a medida que nos acercábamos y volvían a desaparecer al poco. A veces esas mismas piedras eran móviles: giraban sobre sí mismas o cambiaban su rumbo, con lo que dificultaban aún más nuestro avance. En otros momentos surgían unas rocas que circulaban a gran velocidad por el espacio abierto y que podían golpearnos y hacernos perder el equilibrio. Incluso existían unas trampas en las paredes, que quedaban ocultas y se invocaban de repente. Eran una especie de soplidos poseídos que nos impulsaban al vacío. Muchos guardianes perdieron sus vidas en ese plano… 

Lo único positivo de todo era que los poseídos se creían a salvo en su escondite, rodeados de trampas y fuera del alcance de nuestras armas e intelectos. Cogerlos por sorpresa nos permitió tener ventaja y así fue como pudimos ir derrotándolos poco a poco, semana tras semana, a medida que se iban descubriendo nuevos portales y nuevas trampas que sortear. Sabíamos que cuánto más difícil era el plano, mayor sería el enemigo que escondía y mayor también nuestra gloria.


Pedro, un buen amigo virtual, se ha comprado un calendario del 2020 de Destiny (el videojuego al que dedicamos parte de nuestro tiempo) y me ha retado a escribir un relato inspirándome en cada personaje que aparece en dicho calendario. El mes de julio trae una imagen de la ciudad Onírica, donde se localizan todos los planos ascendientes y esta es la foto que Pedro me mandó el día 1:

Lídia Castro Navàs

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