
Llega el fin de otra temporada y toca hacer balance de lo vivido desde hace cinco años en esta inhóspita galaxia. En mi memoria se arremolinan momentos imborrables de mis particulares aventuras.
“Los inicios siempre son duros”, dicen por ahí. Y es un tópico que suele cumplirse. Además, empecé en solitario y no puedo negar que fue difícil: moverse por la órbita, conocer a los enemigos, sus puntos débiles y, a través de ellos, conocer los míos. Pero pronto me sentí arropada por un clan en el que pude aprender mucho de mis compañeros de escuadra: el uso de armas que me resistía a usar por falta de habilidad, el miedo ante algunos combatientes que me atemorizaban o la realización de mi primera incursión… Aunque no estuve mucho tiempo en compañía y volví a mis andanzas en solitario.
A partir de ahí, vinieron algunos logros. Aún recuerdo cuando gané mi primer sello como guardiana de la Luz. Era el que me otorgaba la distinción de “Navegante” por mis triunfos en la lucha contra la oscuridad en los diferentes planetas de la órbita. Fue la palmada en la espalda que en esos duros momentos necesitaba y me ayudó a seguir adelante con una labor tan poco agradecida.
Después de un tiempo sin pisar las arenas de una raid, recibí una invitación inesperada para colaborar en una escuadra de féminas y que se convertiría en mi siguiente casa. Volver a luchar junto a otras guardianas con los mismos objetivos me hizo recordar que la lucha tenía un sentido. Pronto seríamos un clan más grande y mixto, pues unimos nuestras fuerzas a otro grupo de guardianes. Y más tarde, otros se agregaron procedentes del Norte de la órbita.
De esa etapa recuerdo tener que sortear el espacio en las escuadras, que se llenaban con facilidad. Las actividades eran variadas: crisol, estandarte, gambito… en menores ocasiones conseguimos realizar algunas incursiones con éxito, pero lo que más presente está en mi memoria son las risas compartidas, los apodos graciosos, los chistes en plena lucha que acababan con toda la tensión del momento y ante los que no podías más que rendirte a las carcajadas.
También hubo cabreos, frustraciones ante los fracasos y abandonos que nos llevaron a empezar de cero desde un nuevo hogar. A partir de entonces la Luz de Jade nos acompañaría e iluminaría nuestro camino, junto con las risas, que se han quedado para no irse. Tal vez podamos contar con los dedos de una sola mano nuestros triunfos, pero disfrutamos cada uno de ellos como si valieran todo el lumen de la órbita.
Así que, compañeros del Norte y del Sur del Norte, levantad el cáliz de éter oscuro y brindemos juntos: ¡Por otra temporada llena de risas!
(Y que no nos falten los dulces horneados de Eva…).
Pedro, un buen amigo virtual, se ha comprado un calendario del 2020 de Destiny (el videojuego al que dedicamos parte de nuestro tiempo) y me ha retado a escribir un relato inspirándome en cada personaje que aparece en dicho calendario. El mes de diciembre se ven tres guardianes con las armaduras de gala en los momentos de triunfo y esta es la foto que Pedro me mandó:
