
Foto: @lidiacastro79
Hoy se sentía genial, se había puesto ese vestido rojo que tanto le gustaba y se había ido a pasear. Era su primer día de vacaciones y había aplazado su próximo viaje para poder disfrutar del calor del verano, antes de encaminarse a Reikiavik. Así que, esa tarde, tomó el sol, se comió un helado, paseó con su liviano vestido… Hizo todo aquello que ella consideraba propio del verano. Y cuando llegó a la fuente, bañada con esa luz dorada del sol que empieza a esconderse, pudo sentir la humedad del agua salpicándole en los pies solo cubiertos por unas sandalias. ¡Fue la mejor sensación del día!
