El gris y yo

Mis días eran grises, igual que el cielo nublado que me cubría siempre. Nunca había visto el sol. Bueno, lo había visto en imágenes y en vídeo, pero nunca lo había sentido sobre mi piel. La enfermedad tópica que me diagnosticaron al nacer me lo impedía. No podía siquiera admirarlo untada con protector, ni bajo capas y capas de ropa. Siempre quedaba un resquicio por donde se colaba y me producía unas laceraciones que se extendían más allá de la zona expuesta. Con los años me había acostumbrado. ¡Incluso vivía en una ciudad donde se veía muy poco el sol! Pero me había convertido en una persona gris.

Lídia Castro Navàs

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10 comentarios en “El gris y yo

  1. Esos seres viven atrapadas por la melancolía. Yo me encuentro más seguro con el clima frío y nublado, acaso también por enfermedad del alma; por ello es que disfruto tanto de la lluvia, aunque mi corazón también se desespere. Un saludo.

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    • Muchos de los que tenemos necesidad de escribir creo que tenemos el alma enferma, herida o simplemente más sensible… Yo siempre digo que los días grises afectan a mi ánimo, aunque me encanta disfrutar de una buena lectura (o escritura) y un té cuando está lloviendo a cántaros afuera. Un abrazo.

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  2. Amanece sobre el manto blanco, el cielo gris refleja a trazos el color del suelo y con el ánimo blando salgo a caminar bajo el bosque helado. Al retorno aguarda el relato, es invierno y comienza el cuento. Erase una vez un día muy lejano, amanece sobre el manto blanco…
    Un beso.

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