La archicofradía de la antimateria

Sakura (3)

La noche por fin había caído en el bosque retorcido de Gryfino, donde los troncos de los árboles se retorcían en terroríficas figuras que hacían aun más temible la oscuridad. Me hallaba en la puerta de su escondite, la cabaña de la bruja Morelia, la responsable de desestabilizar nuestro mundo.

El capataz de mi archicofradía me había expuesto mi misión de forma clara: debía robar las partículas de positrón que Morelia había conseguido del rayo cósmico que atravesó nuestra galaxia hacía un milenio. No podíamos permitir que una simple hechicera pusiera en peligro nuestro mundo conocido al experimentar con la antimateria. 

Pensé en mis hermanos y, después de comprobar que la bruja no se encontraba cerca, me escabullí por la ventana entreabierta de su choza y me puse a buscar las partículas. Mientras husmeaba entre sus tratados, libros de conjuros y botes de contenido dudoso, se encendió una luz. ¡Era Jarek! Un hermano que había pertenecido a mi archicofradía, pero había desaparecido misteriosamente. 

―¡Hermano, estás vivo! ―me acerqué rápido hacia él―. ¿Te retiene la bruja?

―No, estás equivocado ―me frenó con su mano―. Todos los hermanos están equivocados. He sido testigo, la he visto… he visto la unión entre la materia y la antimateria y no ocurre nada de lo que nos han hecho creer, hermano. 

―¿Qué dices? ¡Sabes que experimentar con la antimateria puede hacernos desaparecer a todos!

―No, si controlas la cantidad de las dos para que exista un equilibrio, y lo que sucede es que se abre una puerta, un portal a otro mundo paralelo más evolucionado, donde nada de lo que conocemos tiene importancia, ni siquiera nuestros cuerpos tienen cabida en ese nuevo mundo: solo nuestra energía. La libertad y poder que se sienten son inigualables. 

―Me das miedo, Jarek. ¿Qué te han hecho?

―Nadie me ha hecho nada. Tuve la suerte de coincidir con Morelia y fue ella quien compartió ese conocimiento conmigo. Al principio, no la creí, claro. Pero luego accedí a comprobarlo por mí mismo y es… maravilloso. La archicofradía solo intenta convencernos de que la antimateria es el demonio, pero no es así. Nos evitan evolucionar, mantenernos atados a este mundo que involuciona. 

―Yo… es que… no sé si puedo creerte…

―Puedo mostrártelo, ¿quieres? ―me dijo ofreciéndome su mano―. ¿Confías en mí?

Mil pensamientos me asaltaban. Ni siquiera le contesté. Cogí la mano que me estaba ofreciendo y todo lo que conocía desapareció ante mí, se convirtió en historia.

Lídia Castro Navàs

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19 comentarios en “La archicofradía de la antimateria

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