Exploración

Universo Destiny

—Aquí la guardiana D-79 en escuadra individual llamando a la Torre —transmitió el espectro—. Necesito permiso del comandante Zavala para explorar el planeta. 

—¿Qué planeta? —preguntó la voz desconcertada del comandante—. Guardiana D-79, las coordenadas que envías no reflejan ningún planeta ni sistema planetario en nuestras cartas de navegación. ¿Dónde narices estás?

—Es que mi nave fue atraída por el campo gravitatorio de un agujero negro y lo traspasé. Al volver, me he topado con este planeta… 

—Bien —respondió Zavala meditativo—. Manda unas capturas antes de traspasar la órbita de ese lugar y que tu espectro tome unas muestras de su atmósfera para que puedas adaptar tu equipo de protección. 

—De acuerdo. ¡Hecho! 

Al bajar de la nave, acompañada únicamente de mi espectro y de mi fusil automático de vacío, me dispuse a explorar el terreno circundante. 

Era un planeta con mucha vegetación, extremada humedad ambiental y muchas ruinas. Me recordaba al antiguo planeta Venus, que antaño fue invadido por caídos y vex. 

Había humedales y pequeños lagos por doquier, de ahí que la vegetación fuera tan exuberante. 

Me hice paso a través de unos escombros, sorteando la maleza con mis propias manos. Entré en lo que parecía un edificio abandonado; un antiguo laboratorio… 

—¡Alerta, guardiana! —me advirtió mi espectro—. Mis escáneres me muestran vida. Aunque… 

—Aunque, ¿qué? 

—Diría que por las lecturas, son repudiados. 

—¿Repudiados? Vayamos a comprobarlo. 

Seguí andando por un pasillo largo y metálico. A lo largo de ese corredor se abrían pequeñas estancias a lado y lado. En las primeras que vi había vasos y tubos de ensayo con diferentes fluidos. En las de más adelante, había un montón de tarros con lo que parecían embriones de alguna clase de animal desconocido. Y, finalmente, vi grandes depósitos de cristal con seres ya crecidos.

Me vino a la cabeza una de mis lecturas preferidas. Solía leer viejos libros, de antes de la llegada del Viajero, que habían sido recuperados y convertidos en archivos digitales. La isla del doctor Moreau de H.G. Wells. Donde un científico viviseccionaba humanos y los mezclaba con animales para crear nuevas especies. Era grotesco. 

Eso mismo es lo que me transmitía el laboratorio en el que estaba: algún repudiado estaba creando engendros para combatir. En los tanques, donde había seres ya adultos, pude reconocer a uno de ellos: de cuatro patas y con un caparazón, a modo de tortuga, que explosionaba al acercarse al enemigo. Era un servidor de Fikrul; daba su vida, cual kamikaze, en nombre de la Oscuridad. 

—¡Guardiana, D-79! —Escuché a Zavala gritar. 

—Aquí, mi comandante —le susurré—. Estoy tomando imágenes de todo, creo que se trata de un laboratorio…

—¡Abandona la misión! No atravesaste un agujero negro, sino un portal interdimensional de los repudiados. 

—Sí, lo sé. Estoy viendo sus experimentos…

—¡Aborta, repito! Esta misión tiene que ser planificada y llevada a cabo por una escuadra mayor. ¡Es una orden!

—Está bien —dije a regañadientes. 

Desandamos el camino recorrido hasta la nave y volvimos a atravesar el portal, no antes de darme cuenta que unas naves enemigas intentaban darme alcance. Estaba claro que mi visita no había pasado desapercibida.

 


Pedro, un buen amigo virtual, se ha comprado un calendario del 2020 de Destiny (el videojuego al que dedicamos parte de nuestro tiempo) y me ha retado a escribir un relato inspirándome en cada personaje que aparece en dicho calendario. El mes de octubre trae una imagen de este engendro repudiado y esta es la foto que Pedro me mandó el día 1:

Lídia Castro Navàs

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