Sabias palabras

La noche había caído ya. La oscuridad cubría todos los recovecos del valle, a excepción de las zonas cercanas a los tipis, que estaban iluminadas por algunas antorchas clavadas en el suelo.

tipis

Los cazadores principales de la tribu habían vuelto con las presas colgando de sus caballos y la cabeza bien alta de orgullo. Mañana era un día importante. Un nuevo miembro sería iniciado en la “caza del búfalo”. Era una dura prueba y tenía que superarla si quería formar parte de la élite y hacerse un nombre entre los ojeadores más aventajados.

En la tienda común, el fuego central ya estaba encendido. Se escuchaba el crepitar de la leña seca desde varios metros de distancia. El verano hacía varias lunas que había dejado paso al otoño y las noches empezaban a ser frías. No tardarían en caer los primeros copos de nieve de la temporada, que cubrirían todo con un blanco e inmaculado manto. El gélido invierno acabaría por helar las partes menos profundas del río donde pescábamos los deliciosos salmones. Y coincidiría con el recogimiento de los osos pardos, a los que ya no volveríamos a ver hasta la próxima primavera.

fuego

Hoy era día de reunión y todos se encaminaban, cuál gotas de una lluvia muy esperada, hacia la asamblea. Yo también me uní a ellos. Al entrar en la tienda, la calidez del fuego y el olor de la salvia blanca quemándose despacio, me hicieron inspirar profundamente. Como siempre, el jefe del clan y el hechicero presidían la sesión con gran solemnidad y todo el mundo allí congregado aguardaba con respetuoso silencio a la espera del inicio de la ceremonia.

Fue el hechicero el primero en intervenir. Pronunció unas palabras rituales a modo de canto acompañado por la percusión de los tambores. A continuación, habló el gran jefe, sentado en el suelo con las piernas cruzadas y el posado serio. Nadie esperaba lo que iba a decir…

granjefe

El hombre blanco amenaza la paz y la integridad de la madre tierra, la que nos sustenta y nos da cobijo. Trae consigo, muerte y destrucción… Cargado con esas mortíferas armas de fuego que arrebatan la vida de aquellos que se ponen enfrente para defender la naturaleza…

Se hizo un murmullo casi imperceptible que acabó con el silencio reinante.

“...¿cómo puede el hombre blanco querer poseer algo que no tiene dueño? Somos los hombres los que pertenecemos a la tierra y no al revés… ¿Cómo se pueden poseer los rayos del sol, o la luz de la luna, o la fuerza de las corrientes de agua? Debemos defender la seguridad de nuestra tribu y la integridad de nuestra madre, la tierra, de nuestros hermanos, los animales… El misterio se cierne sobre nosotros. El futuro es ahora incierto… La vida ha terminado. Ahora empieza, la supervivencia.”

– El momento de actuar ha llegado -Pensé para mí.

@lidiacastro79

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