
Desde que nació, sin tener siquiera un capazo en el que dormir, supo que su vida miserable sería su propia jaula. Pero poseía algo que lo haría libre: su voz. Cuando aprendió a cantar sintió que sería posible salir de su prisión. Con el tiempo y su fuerza de voluntad férrea lo consiguió.
Esta es mi propuesta para Escribir Jugando de febrero, un microrrelato de 53 palabras (sin contar el título), basado en el desafío. Descúbrelo.
¡Te invito a participar!
Puedes consultar las bases aquí:
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Lídia Castro Navàs