
Estábamos sentados frente a frente; él se mantenía impávido, frío, indiferente… mientras, yo lloraba a mares y sollozaba al tiempo que mi alma se desgarraba implorando su comprensión. No entendía por qué me hacía eso, por qué tenía que pasar por todo aquello, por qué no me quería…
Después de incontables horas de lucha contra mis propias emociones, logré subir mi libro a la plataforma de Kindle sin que el archivo se desconfigurara. Y es que tengo que admitir, que hay máquinas que no me quieren.
Microrrelato que se basa en mi primera experiencia maquetando y usando el KDP.
Lídia Castro Navàs