Perturbando la paz

Foto propia. La Garrotxa, 2018

Fuimos muy felices en esa casa. Había pertenecido a mi familia durante varias generaciones. Vivíamos muy tranquilos, lejos de los ruidos de la gran ciudad. En paz. No podíamos ser más dichosos.

Hasta que todo eso cambió…

Primero fue el perro, empezó a comportarse de forma extraña. Siempre con la mirada perdida, escudriñando la nada y sus ladridos dirigidos a ninguna parte. Después, mi hija pequeña, no conciliaba el sueño y decía oír susurros. Finalmente, todos fuimos conscientes de su presencia.

Sus ruidos perturbaban nuestro silencio y la paz desapareció de nuestras vidas. Tuvimos que mudarnos, ya que se había instalado en nuestra casa y estaba dispuesto a no dejarnos tranquilos.

¡Estos vivos no tienen ningún respeto por nosotros, los espíritus!

Lídia Castro Navàs

La casa de los olmos

Foto propia. Plymouth, 2016

Paseando por la ciudad acabé frente a la casa de los olmos. Estaba a la venta y sus puertas se encontraban abiertas. Quise curiosear. Se decía que algo horrible había sucedido en ese lugar. Yo desconocía la historia, pero en cuanto crucé el umbral, una desagradable sensación erizó el vello de mi nuca.

Lídia Castro Navàs

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