En el desván 

Foto propia. Praga, 2016

Me gustaba subir al desván de mis abuelos, donde los trastos viejos acumulaban polvo, como solía decir mi madre. Pero según mi visión infantil, allí se escondían objetos extraordinarios y mágicos, el polvo era solo para despistar a los adultos y ahuyentarlos. 

Me pasaba horas sentada en el suelo hurgando en las cajas. Los objetos en desuso aguardaban el cálido tacto de mis inocentes manos para adquirir vida y jugar conmigo. Todo volvía a su estado inerte si mi madre se presentaba de improviso. A los objetos no les debían gustar los adultos porque si no, no me lo explico.

Lídia Castro Navàs