
Había llegado el día, el día de mi debut. Estaba nerviosa, como no podía ser de otra manera. «Lo harás bien», me animaban unos. «Has nacido para brillar», me decían otros. Pero los nervios iban por dentro. Siempre había sido muy inquieta, perfeccionista y responsable; el compromiso que suponía ese nuevo trabajo me desvelaba. ¿Y si llegado el momento no soy capaz de brillar como todos esperan?, ¿y si nadie se percata de mi presencia?, ¿y si por mi culpa no encuentran el portal donde ha nacido el dichoso niño?
