
Foto: @lidiacastro79
La enfermedad rara que padecía, la mantenía alejada de la calle, de la gente, de la vida… Se pasaba los días sentada en una butaca frente a la ventana admirando lo que acontecía unos metros más allá. Tan cerca de ella y a la vez tan lejos de su alcance. Y entonces pensaba qué haría si pudiera salir: iría siempre con una sonrisa en la boca, se detendría a mirar el cambio de coloración de las hojas de los árboles, tocaría la textura de los materiales de las diferentes fachadas, tendría una palabra amable para todo aquel que cruzara una mirada con ella y daría gracias por poder disfrutar de esa ansiada libertad. ¿Por qué no lo hacían los viandantes que ella observaba?
@lidiacastro79
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No lo hacen porque se olvidaron de valorar esas pequeñas cosas, realmente tan grandes. Que real tu historia y que grande esa visión, desde la ventana…y es que solo cuando perdemos algo es cuando aprendemos realmente de su disfrute y su valor.
Un abrazo 🤗
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Es cierto. Tengo la sensación de que muchos desperdiciamos la vida no prestando atención a las pequeñas cosas, esas en las que realmente se esconde la felicidad. Muchas gracias por comentar. Que tengas un fantástico fin de semana. Un abrazo.
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Pues a disfrutar de esas pequeñas cosas, que menos! Te deseo lo mismo. Feliz finde! Besos
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Un mudo cayó hasta el fondo de un profundo pozo, sólo disponía de una pequeña navaja, con esa mínima herramienta tardó tres años en esculpir una escalera en la pared por la que alcanzó la superficie. Una amplia sonrisa iluminaba su rostro, Continuó caminando. Y no digo más que luego…Un beso
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Interesante historia. Me pregunto si es real o no. Sea como sea, me has hecho reflexionar!! (Últimamente, me haces meditar mucho jajaja). Gracias, Carlos, por tus comentarios y aportaciones. Un abrazo.
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Muy bonito Lidia, es curioso porque he escrito un post acerca de un amigo enfermo que razonaba de manera muy parecida a tu protagonista, en concreto hay una frase que decía, “La de tardes que he perdido en casa por auténtica pereza y lo que daría ahora por poder tocar esas hojas”, cuando lo publique verás las similitudes. Un abrazo
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Gracias, Carlos!! Ah sí?! Qué curioso!! El mío no está basado en nadie real, es todo producto de mi volátil imaginación. Leeré el tuyo con mucha atención. Un abrazo.
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Completament d’acord, com sempre. Tot i que em costa surtir de casa amb eixe somriure, intento fer-ho. Els animals i els nens sempre em fan somriure i em contagien la seva bondat, la seva innocència i la seva alegria. Moltes vegades, quan estic a casa, però, penso en com m’agradaria que fossin les coses, com actuatia jo en determinades circumstàncias.
Una abraçada, Lidia.
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Moltes gràcies, Javi! M’alegra que coincidim. Pel que fa a això que dius que penses en com t’agradaria que fossin les coses, està en les teves mans canviar allò de la teva vida que no t’agrada. És veritat que hi ha coses que s’escaprn al nostre control, però podem fer més que no ens pensem. Pot semblar un consell de psicologia barata, però és cert. Et desitjo el millor. Una abaçada!
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