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Ya no estás y las noches sin ti son más oscuras.
La pena invade cada rincón de mi alma en tu ausencia,
y no puedo evitar el llanto.
Cierro los ojos y me abrazo a la almohada,
mientras te veo en mis pensamientos: emitiendo esa brillante luz.
Tu ausencia me mata… Te prefiero llena que nueva.
¡Vuelve, mi luna!
Lídia Castro Navàs


