
Se desató una tempestad en altamar como nunca la había vivido. El miedo empezó a anidar en mí entre los estruendosos truenos y la negrura que, de repente, había cubierto el cielo del mediodía. El capitán, que se llamaba como el rey de los dioses vikingos, salió a la cubierta armado solo con un mineral; lo levantó al cielo y miró a través de él sin perder el equilibrio. Después pidió un cambio de rumbo. Al poco salimos de la tormenta.
Luego supe que el mineral de Odín le permitía ver el sol incluso a través de las nubes.
Esta es mi propuesta para Escribir Jugando de enero, un microrrelato de 99 palabras (sin contar el título), basado en el desafío. Descúbrelo.
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Lídia Castro Navàs










