Aprender a poner límites

Por mucha luz que una tenga, acabará por apagarse del estrés. Hay que aprender a poner límites, a decir que no, a anteponerse; es la asignatura pendiente hoy en día. Y todo porque nos han educado creyendo que es de ser mala persona no ayudar a los que quieres. Pero llega un momento en que una se siente como esos enanitos mineros, picando piedra todo el día. Está bien alumbrar a los demás desde la libertad, pero también está bien, de vez en cuando, que nos iluminen a nosotras como si de un cinematógrafo se tratara.


Esta es mi propuesta para Escribir Jugando de diciembre, un microrrelato de 96 palabras (sin contar el título), basado en el desafío. Descúbrelo.

¡Te invito a participar!

Puedes consultar las bases aquí:

¿Te interesan los juegos de mesa que te ayuden a mejorar tu escritura? 

Te aconsejo unos cuantos. Echa un vistazo en el siguiente enlace:

Lídia Castro Navàs

La llave

Eileen* volvía a encontrarse en ese laberinto de piedra seca, donde la vegetación crecía sin orden. Caminó con decisión, dispuesta a dar con la llave que abriría esa puerta circular. Estaba segura de que tras ella hallaría la respuesta a todas sus preguntas. Pero, en realidad, la chica no estaba en un laberinto real, sino en uno emocional; y esa llave que ansiaba tener no era más que la fórmula para gestionar todo lo que sentía. No tardaría en dar con la fórmula, mientras tanto, su mente recreaba ese espacio inventado para ayudarla.

*Microrrelato inspirado en la protagonista de mi novela Melodía ancestral.


Esta es mi propuesta para Escribir Jugando de noviembre, un microrrelato de 93 palabras (sin contar el título), basado en el desafío. Descúbrelo.

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Lídia Castro Navàs

Asustar o reír; esa es la cuestión

Ser el fantasma de una mansión es cada vez más exigente. Al principio, el trabajo me gustaba, era fácil y divertido asustar a esas gentes desprevenidas. Pero la industria ha cambiado mucho. La última petición fue aparecer lavándome los dientes; con el cepillo de dientes en una mano y la pasta en la otra salí a hacer mi “numerito”. Me siento como un bufón, cuyo único cometido es hacer reír a costa de perder su dignidad. He dejado de dar miedo, la gente prefiere reír, pero yo no estoy seguro de que esto sea para mí. 


Esta es mi propuesta para Escribir Jugando de octubre, un microrrelato de 98 palabras (sin contar el título), basado en el desafío. Descúbrelo.

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Lídia Castro Navàs

El legado del rey del océano

“Tú, hija, heredarás la Tierra”. Esas fueron las últimas palabras de mi padre antes de morir. El rey del océano repartió su legado entre sus tres hijos: al primogénito le otorgó el gobierno del mar; al mediano, el control del arrecife de coral y a mí, la hija pequeña y rebelde, la supervisión de la isla. Siempre le decía que para proteger el mar, debíamos empezar en la superficie. Él no me daba importancia, decía que no éramos bien recibidos allí arriba, pero ahora tendría la oportunidad de cambiarlo. Parecía que mi padre me había prestado atención después de todo.


Esta es mi propuesta para Escribir Jugando de septiembre, un microrrelato de 100 palabras (sin contar el título), basado en el desafío. Descúbrelo.

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Lídia Castro Navàs

Transformación nocturna

Era una noche sin luna cuando la joven se sintió atraída por la charca que había cerca de su casa. Una punzada en el hombro izquierdo, justo donde se tatuó el trisquel, la despertó de un sueño inquieto; la calcedonia, que siempre tenía bajo su almohada, se había roto. Al llegar al agua se metió hasta la cintura sin pensarlo. El croar de una rana fue lo único que escuchó antes de ver que sus piernas quedaban rígidas, también sus brazos y finalmente toda ella acabó convertida en un árbol del que caían unas hermosas jacarandas.


Esta es mi propuesta para Escribir Jugando de julio, un microrrelato de 96 palabras (sin contar el título), basado en el desafío. Descúbrelo.

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Lídia Castro Navàs

Mi segunda casa

La luna era mi segunda casa. Cuando algo me atenazaba el corazón la miraba y me trasladaba hasta ella, muy lejos de la Tierra. Esa noche, la luna brillaba como el bronce bruñido y mis ancestros acunaron mi sueño, incluso sentí cómo uno de ellos me acarició el cabello, transmitiéndome la seguridad y la calma que necesitaba para afrontar mis desafíos del día siguiente.


Esta es mi propuesta para Escribir Jugando de junio, un microrrelato de 64 palabras (sin contar el título), basado en el desafío. Descúbrelo.

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Lídia Castro Navàs

Mi momento de brillar

Imagen generada por IA

La oscuridad era total en ese espacio reducido.

Se había ido la luz en muchos sitios. Respiré hondo y deseé que pensaran en mí.

—Las velas no durarán mucho. ¿Hay una linterna? —preguntó alguien ahí afuera. 

—Espera… 

Entonces me sacaron del cajón. El precinto de mis pilas seguía intacto. Cuando me las colocaron, se hizo la luz. Llevaba allí desde diciembre, pero creyeron que unas luces de Navidad a pilas habían sido una mala compra; me sustituyeron por un tubo de led con enchufe. Nunca pensé que mi momento de brillar llegaría un 28 de abril.

Lídia Castro Navàs

PS. Microrrelato creado como recuerdo (ficticio) del apagón eléctrico vivido en España el pasado 28 de abril de 2025.

El ojo del tigre

Me encontraba en plena naturaleza y vi el ojo de un tigre acechándome. Empecé a correr en la más absoluta oscuridad. El terror se apoderó de mi cuerpo y solo era capaz de escuchar los latidos de mi corazón desbocado. 

Me desperté de golpe, angustiada y con palpitaciones. 

Había participado en un baile ritual para celebrar Beltane, estaba cansada y me había apoyado en la piedra para reposar. Suspiré aliviada al darme cuenta de que me había dormido. Volví a casa con un ramo de manzanilla, mientras el ojo del tigre brillaba tras de mí sin que yo lo viera. 


Esta es mi propuesta para Escribir Jugando de mayo, un microrrelato de 100 palabras (sin contar el título), basado en el desafío. Descúbrelo.

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Lídia Castro Navàs

Con la cabeza en la luna

Bostecé y estiré los brazos por encima de la cabeza. Tantas horas de investigación sin dormir y sin apenas comer… Tenía la mente en la luna. Nada me llevaba hasta la cura del virus que afectaba cada vez a más gente. Estábamos ante otra pandemia que dejaba huella, como la que Amstrong dejó en la superficie lunar al pisarla por primera vez. 

Me reí y alejé esos entrometidos pensamientos. Volví a mirar en el microscopio la última muestra y allí estaba: el ogro que nos perturbaba parecía ser sensible a ese compuesto. Había encontrado una vacuna.


Esta es mi propuesta para Escribir Jugando de abril, un microrrelato de 96 palabras (sin contar el título), basado en el desafío. Descúbrelo.

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Lídia Castro Navàs

Una espiral para unirlas a todas

Sentían que el poder se les escapaba de las manos. La ira se apoderó de ellos. Los tres sabios propusieron su idea:

—Crearemos una  nueva estructura. Se basará en la sumisión de las mujeres. 

—¿Y si ellas no quieren? —se atrevió a decir uno, el que llevaba una amatista en el cuello y defendía que las mujeres solo querían la igualdad, no ser superiores.

—No podrán decidir. Quedarán atadas en esa espiral invisible.

—Entonces seremos nosotros los superiores —volvió a hablar. 

Los tres sabios hicieron un gesto y se lo llevaron para silenciarlo. Luego continuaron. 

—La estructura se llamará Patriarcado.


Esta es mi propuesta para Escribir Jugando de marzo, un microrrelato de 100 palabras (sin contar el título), basado en el desafío. Descúbrelo.

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Lídia Castro Navàs