Larch

En sus paseos por el bosque, ella veía el rostro de Larch reflejado en la superficie del río, en cada piedra del camino, en la forma cambiante de las nubes, incluso creía escuchar a las flores susurrar su nombre.

Él no había superado la prueba que le impuso su clan: Debía matar a un oso y ofrecerlo a los dioses. Cuando encontró al fiero animal, le impactó su magnitud, pero fue la imagen de dos oseznos asomando por detrás de sus patas traseras lo que hizo que se rindiera. La osa no mostró piedad. 


Esta es mi propuesta para Escribir jugando de julio, un microrrelato de 94 palabras, basado en el desafío. Descúbrelo.

¡Te invito a participar!

Puedes consultar las bases aquí:

¿Te interesan los juegos de mesa que te ayuden a mejorar tu escritura? 

Te aconsejo unos cuantos. Echa un vistazo en el siguiente enlace:

Lídia Castro Navàs

Disciplina

VTV CANAL 8 on Twitter: "La obra Sol naciente, pintada por Claude Monet en  1872, le dio nombre al estilo impresionista https://t.co/KuVLyOie6n  #CarnetDeLaPatriaBienestarSocial… https://t.co/BrmjHsUcdW"
«Impresión, sol naciente». Claude Monet, 1872.

Su entrenamiento se basaba en la más estricta disciplina: todos los días, cuando aún no había despuntado el sol naciente, blandía su katana con la delicadeza y la precisión de quien usa un pincel sobre el lienzo en blanco. El mundo le parecía muy grande desde su humilde estancia y no pretendía cambiarlo, pero igual que el aleteo de una mariposa podía provocar huracanes, la energía generada en su entrenamiento causaba un aumento de la vibración terrestre y con ella la apertura de conciencias. Estaba gestando un cambio hacia un mundo utópico. Lo malo es que él no lo presenciaría.


Esta es mi propuesta para Escribir jugando de junio, un microrrelato de 100 palabras, basado en el desafío. Descúbrelo.

¡Te invito a participar!

Puedes consultar las bases aquí:

¿Te interesan los juegos de mesa que te ayuden a mejorar tu escritura? 

Te aconsejo unos cuantos. Echa un vistazo en el siguiente enlace:

Lídia Castro Navàs

Astrea

Pixabay

Astrea vivía en la isla de Delfos, donde transmitió a la humanidad el don de la profecía, pero ella no pertenecía al mundo de los mortales, de hecho, ni siquiera pertenecía a la Tierra. Ella era una estrella y cayó del Cielo por culpa de Zeus, el rey del Olimpo, que quiso poseerla contra su voluntad. Es por esa razón que, aunque se mostraba como una chica risueña, por dentro sufría una gran añoranza.


Esta es mi propuesta para Escribir jugando de mayo, un microrrelato de 74 palabras, basado en la carta, con la palabra del dado: Olimpo y como opcional: la flor de Bach Agrimony

La imagen tiene un atributo ALT vacío; su nombre de archivo es 800x800-agrimony-e1578720763128.jpg

¡Te invito a participar!

Puedes consultar las bases aquí:

¿Te interesan los juegos de mesa que te ayuden a mejorar tu escritura? 

Te aconsejo unos cuantos. Echa un vistazo en el siguiente enlace:

Lídia Castro Navàs

Síndrome del impostor

Pixabay

Se levantó esa mañana con la firme intención de terminar con su bloqueo. Se sentó frente a la máquina de escribir, cerró los ojos y posó los dedos sobre las teclas. La imaginación empezó a fluir… Escuchó la música de una feria, los gritos y risas de unos niños divirtiéndose, vio un tiovivo antiguo, pero ¡tenía animales de verdad en los que montarse! Al instante, abrió los ojos, releyó lo que acababa de escribir, arrancó la hoja con rabia y la tiró a la papelera. No era el bloqueo contra lo que luchaba, sino contra el síndrome del impostor*.


*Síndrome del impostor: Se trata de un trastorno psicológico en el cual las personas son incapaces de asimilar sus logros (en el ámbito que sea: laboral, creativo, académico…). En el mundo de la escritura, este síndrome hace que nada de lo que esta persona escriba le parezca bueno o a la altura de sus expectativas. Suele ser muy común entre escritoras y también en el mundo de la autopublicación.


Esta es mi propuesta para Escribir jugando de abril, un microrrelato de 99 palabras, basado en la carta, con la palabra del dado: ojo y como opcional: la máquina de escribir.

¡Te invito a participar!

Puedes consultar las bases aquí:

¿Te interesan los juegos de mesa que te ayuden a mejorar tu escritura? 

Te aconsejo unos cuantos. Echa un vistazo en el siguiente enlace:

Lídia Castro Navàs

El teléfono que se convirtió en rosa

Pixabay

Silg no conocía otra estación que no fuera el invierno. Se había acostumbrado al frío, que era como el espino sobre su piel. Su abuelo solía hablarle de las flores y de cómo se cultivaban, antes de que el clima cambiara y eso le dio una idea: enterró su teléfono en la nieve y esperó. Pero nada pasaba. Había tomado las palabras de su abuelo de forma literal. Una mañana, algo detuvo su paseo habitual: una rosa se abría entre las gélidas capas de hielo. Lo que no sabía es que su abuelo la había puesto allí para ella.


Esta es mi propuesta para Escribir jugando de marzo, un microrrelato de 99 palabras, basado en la carta, con la palabra del dado: teléfono y como opcional: el espino.

¡Te invito a participar!

Puedes consultar las bases aquí:

¿Te interesan los juegos de mesa que te ayuden a mejorar tu escritura? 

Te aconsejo unos cuantos. Echa un vistazo en el siguiente enlace:

Lídia Castro Navàs

La idea del rey

Pixabay

El rey de aquel pequeño país viajaba mucho y lo había hecho en todo tipo de transportes: a caballo, en carroza, en tren, en coche… pero sentía que ninguno de ellos le ofrecía las comodidades de su palacio. Cierto día, una idea le llegó a la mente como un imán que se siente atraído por el polo opuesto. Habló con un ingeniero y así fue como se inventó el palacio aerostato. Desde entonces, el rey viaja a todos lados sin salir de su casa.


Esta es mi propuesta para Escribir jugando de febrero, un microrrelato de 84 palabras sin contar el título, basado en la carta, con el objeto del dado: imán y como opcional: la palabra aerostato.

¡Te invito a participar!

Puedes consultar las bases aquí:

¿Te interesan los juegos de mesa que te ayuden a mejorar tu escritura? 

Te aconsejo unos cuantos. Echa un vistazo en el siguiente enlace:

Lídia Castro Navàs

Elixir de la vida

(98 palabras sin contar el título)

Esta es mi propuesta para el reto Escribir jugando de enero. ¡Te invito a participar!

Lídia Castro Navàs

El pirata explorador

(88 palabras sin contar el título)

Esta es mi propuesta para el reto Escribir jugando de diciembre. ¡Te invito a participar!

Lídia Castro Navàs

El final de Henry

(75 palabras sin contar el título)

Esta es mi propuesta para el reto Escribir jugando de noviembre. ¡Te invito a participar!

Lídia Castro Navàs

El circo de la bruma

“Perfecto”, musité irónicamente. Mi coche se acababa de parar de repente en medio de una lúgubre carretera secundaria. Había decidido tomar un atajo, pues no quería llegar tarde a la fiesta de Halloween de mis amigos. Este año tocaba celebrarlo en una casita en el campo que no podía estar muy lejos allí, pero, como siempre, había salido muy tarde del trabajo y me había perdido por el camino. 

Decidí llamar para avisar que me vinieran a buscar, pero… ¡No tenía cobertura! 

“Esto es realmente perfecto”, volví a musitar tirando el móvil en el interior de mi bolso.

Por segunda vez, me arrepentí de haber cogido ese atajo, pues iba a llegar tarde de todas formas. Bajé del coche y empecé a caminar en dirección a las únicas luces que me indicaban la presencia de un pequeño pueblo cercano. 

Todo parecía muy extraño: empezando por las calles polvorientas y sin asfaltar, las miradas recelosas de los habitantes que rondaban a esas horas y acabando por unos carteles que anunciaban el espectáculo de un circo: “El circo de la Bruma”. 

Me acerqué a lo que parecía una barbería, pues en la fachada había un poste giratorio de rayas rojas, blancas y azules. En la puerta también había uno de esos carteles sobre el circo. Al verlo de más cerca y con más detenimiento, me di cuenta de algo: en el póster se anunciaba la función para el día 31 de octubre, es decir, ese mismo día, pero del año 1823. El cartel parecía recién impreso, por eso pensé que sería un enganche publicitario para crear misterio. No le hice más caso y empujé la puerta. El tintineo de una campanilla alertó de mi llegada, aunque el barbero ya me había visto venir a través de la ventana. Con un trapo secaba una de sus cuchillas y, a tenor del rato que llevaba haciéndolo, diría que no solo estaba muy seca, sino que además debía relucir como plata recién pulida. 

—Buenas noches, ¿podría usar el teléfono?

—¿Cómo dice? —me preguntó extrañado. 

—Mi coche se averió a unas pocas millas de aquí y…

—No encontrará a ningún herrero a estas horas, tendrá que esperar a mañana. 

“¿Un herrero?”, estaba claro que quiso decir mecánico, aunque me empecé a sentir incómoda y decidí darle las gracias e irme a probar suerte en la taberna que también estaba abierta. 

Quise evitar entrar en ese tugurio en cuanto lo divisé al llegar al pueblo, me daba muy mala espina, pero no me quedaba más remedio; el tabernero estaba en la misma posición que el barbero, pero lo que secaba era un vaso que jamás reluciría como la plata. El local estaba mugriento y los parroquianos del lugar parecían sacados de una película del antiguo oeste. 

“¿Qué está pasando?”, me pregunté. Empecé a ponerme más nerviosa cuando el tabernero tampoco sabía qué era un teléfono. Salí del bar sin saber muy bien qué hacer. Resolví volver al coche e ir en otra dirección a buscar ayuda, pero entonces, sentí una presencia a mis espaldas. 

Era uno de los hombres que me habían observado estando en la taberna. Creí que tendría que empezar a correr cuando me dijo:

—Todo volverá a la normalidad en cuanto acabe la función del circo.

—¿Cómo?

—La función hace retroceder el tiempo y te ha cogido a ti dentro del radio del pueblo. Estamos en 1823, pero tranquila, al salir el sol, el circo cierra sus lonas y desaparece hasta el próximo año. 

—¿Y cómo es que tú sabes eso?

—Porque participo en la función del circo. Soy mago y vidente. 

Un escalofrío recorrió mi espalda. ¿Estaría diciéndome la verdad?

—Toma. —Alargó su mano y me entregó un pase para el circo—. Este espectáculo no lo puede ver todo el mundo y tú no vas a poder volver a tu vida hasta que salga el sol, así que… Yo no me lo perdería.

Al final me perdí la fiesta de mis amigos, pero pude presenciar un espectáculo de circo impresionante en el año 1823.


¿Quieres escuchar este relato con voz?

Lídia Castro Navàs