SECRETO 3: Hadrianna, que es la protagonista, se enfrentará a una difícil decisión: aceptar un matrimonio concertado o viajar al futuro a luchar contra unos alienígenas. ¿Qué crees que hará? Una pista: A ella le molan las espadas, no las cadenas ⚔️😉
La espada se forjó con las brasas procedentes del volcán maldito. Su hoja plateada brillaba con la intensidad de tres lunas, como las que se alzaban cada noche en el cielo.
Y ahora me tocaba a mí empuñar la espada para salvar lo que quedaba de nuestro mundo ante la amenaza que se cernía sobre nosotros: la ignorancia.
La espada reposaba sobre las llamas centelleantes y yo miraba fascinada cómo el metal adquiría un color carmesí. Mi expectación aumentó cuando el herrero la alzó al aire con la hoja al rojo vivo y la puso sobre el yunque. Después cogió el pesado martillo y empezó a atizarle con todas sus fuerzas. Se le tensaron los músculos de los brazos, al igual que las venas del cuello, que parecían a punto de explotar. Me encantaba esconderme tras las pacas de heno que estaban dispuestas entre la herrería y la cuadra. No perdía ni un detalle de todo el proceso, siempre con la esperanza de poder empuñar una de esas espadas algún día.
Ataviada con mi mejor armadura, y una capa de piel de oso encima, me dispuse a hacer frente a mi mayor enemigo. Mi montura estaba lista, monté a horcajadas y me dirigí hacia el norte. El galope veloz del caballo me hacía notar el peso de la espada que llevaba colgada. Eso me permitía sentirme fuerte y segura.
Pude atisbar algo en el horizonte. Era una hueste hostil. Sostuve las riendas con más fuerza, espoleé al animal y apreté los dientes para enfrentarme a ellos. Cuando estuve cerca vi que eran al menos veinte hombres; desenvainé la espada y grité con todas mis fuerzas.
El crepitar de la leña del fuego me sonsacó de mi abstracción. Tenía que acabar mis labores, así que me deshice de mi ensoñación y continué bordando.
Lídia Castro Navàs
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Tenía todo mi cuerpo en tensión: la mandíbula apretada, la sangre circulando rauda por mis venas inflamadas, las pupilas dilatadas y el sudor empapando mi camiseta de fibra sobre la que descansaba una cota de malla extremadamente ligera.
Mi mano derecha apretaba con fuerza la empuñadura de la espada eléctrica, que chisporroteaba lista para sesgar la vida de aquel que intentara atentar contra la mía.
El portal que se hallaba ante mí daba acceso a una fortaleza. Una vez dentro, la oscuridad total me engulló, pero, incluso sin ver nada, era capaz de sentir el mal que habitaba entre sus macizos muros.
Estaba dispuesta a hacerle frente y acabar con él de una vez por todas. Nunca me había sentido tan preparada.
Lídia Castro Navàs
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¿Qué andas buscando? ¿Qué es verdaderamente lo importante a entender y realizar? ¿Quién o qué eres? No somos, desde luego, el pensamiento. ¿Existe un yo separado e individual, o no es más que una imagen mental? ¿Qué son la mente, la conciencia, el Sí Mismo, la luz interior? Preguntas que apuntan a una "respuesta" mucho más profunda y real que lo meramente intelectual: Solo-Ser más allá de toda elaboración mental, discriminación, juicio, conceptualización, definición, categoría o dualidad sujeto-objeto. Una luz cegadora, incondicionada, que todo lo traspasa: la Mente Despierta, que a la vez es la No-Mente. La ausencia de sujeto y de todo registro mental. Todo sencillamente fluye
No se trata de nada sino de seguir viviendo dando una respuesta o una salida a ese vacío existencial original que está en el centro la galaxia llamada "yo".
Emociones, Poesía, Relatos, Carteles, Fotografías. Un doblado, "doblao" en Aracena, el pueblo de mis padres, es un lugar de la casa, en la parte más alta, bajo el tejado, al que se accede por una angosta escalera. Es un espacio no habitable donde se almacenan objetos viejos o de poco uso, y también algunos alimentos, como patatas o cebollas, entre otros. En mi Doblao del Arte guardo mis creaciones, emanadas de mis sentimientos y vivencias, que entroncan con mi imaginación, mi pensamiento, mis emociones, mi presente y mi pasado, todo ello condicionado por mis raíces.