Ante mí se alzaba un edificio de piedra ennegrecida. La portalada, coronada por un arco de medio punto, estaba abierta. Crucé el umbral, expectante. El interior permanecía a oscuras y en silencio. Caminé hasta el altar, que estaba cubierto por un delicado paño de algodón blanco. Encima, reposaba El Libro junto a una vela encendida. En ese momento recordé, con cierta nostalgia, mis clases de introducción a la teología.

Foto: http://goo.gl/lHpbrj
Entrada para el Reto 5 líneas (Junio ’16). Más información.

Me encanta el aura que le has dado a la primera parte del relato. Y esa última frase me ha dejado intrigada… ¡Buen trabajo! 😉
Gracias por participar en el reto 🙂
Besos.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Como siempre, gracias a ti, por tus palabras y tu tiempo 😊😘
Me gustaMe gusta