
Todo se iniciaba con la luna sin luz de marzo, sus plumas empezaban a desprenderse. No era algo agradable de experimentar, pero necesitaba pasar por ese proceso doloroso, pasar por sentir la vulnerabilidad y la desnudez, para que sus alas cogieran fuerza y le permitieran volar más alto, más lejos y durante más tiempo. Confiaba en que el aire se llevaría toda esa molestia y la selenita le recordaba que la luz volvería a iluminar la luna en su eterno ciclo, igual que la esperanza volvería a anidar en su corazón.
Esta es mi propuesta para Escribir Jugando de marzo, un microrrelato de 90 palabras (sin contar el título), basado en el desafío. Descúbrelo.
¡Te invito a participar!
Puedes consultar las bases aquí:
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Lídia Castro Navàs










