Confiar en el proceso

Todo se iniciaba con la luna sin luz de marzo, sus plumas empezaban a desprenderse. No era algo agradable de experimentar, pero necesitaba pasar por ese proceso doloroso, pasar por sentir la vulnerabilidad y la desnudez, para que sus alas cogieran fuerza y le permitieran volar más alto, más lejos y durante más tiempo. Confiaba en que el aire se llevaría toda esa molestia y la selenita le recordaba que la luz volvería a iluminar la luna en su eterno ciclo, igual que la esperanza volvería a anidar en su corazón.


Esta es mi propuesta para Escribir Jugando de marzo, un microrrelato de 90 palabras (sin contar el título), basado en el desafío. Descúbrelo.

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Te aconsejo unos cuantos. Echa un vistazo en el siguiente enlace:

Lídia Castro Navàs

El mal que acecha

Solo tenía que cruzar el acantilado con Perseo, su caballo blanco, usando el puente de arcoíris y llegar hasta el bosque Esmeralda. Allí no podrían alcanzarlo los gigantes.

Igual que Don Quijote, su mente recreaba esa fantasía; sus gigantes no eran molinos de viento, pero daba igual, vivía con el temor de ser acechado por criaturas oscuras. Ni siquiera la runa algiz podía protegerlo de un mal que no estaba fuera, sino dentro de él.


Esta es mi propuesta para Escribir Jugando de febrero, un microrrelato de 75 palabras (sin contar el título), basado en el desafío. Descúbrelo.

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Lídia Castro Navàs

La verdad definitiva

Era una persona sensible, el loto que llevaba tatuado simbolizaba su sentido de la espiritualidad, y las ramas verdes, que empezaban en su brazo izquierdo y le cruzaban la espalda, le recordaban la evolución de su alma imperecedera. Había conseguido la libertad, pero no le fue fácil; después de recorrer el mundo en busca del sentido de la vida, encontró el camino que la llevaría a la verdad definitiva. Se había equivocado en su intensa búsqueda  a lo largo de los siglos, todo lo que necesitaba estaba dentro de sí misma; su Ser tenía todas las respuestas.


Esta es mi propuesta para Escribir Jugando de enero, un microrrelato de 96 palabras (sin contar el título), basado en el desafío. Descúbrelo.

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Lídia Castro Navàs

Manecillas de turmalina

En 1989 su corazón se paró. 

Llevaba un marcapasos desde hacía un tiempo, pero eso solo retrasó lo inevitable: su corazón estaba enfermo. No encontraron un donante adecuado para hacerle el trasplante y probaron algo nuevo: un reloj. Su padre, que había sido relojero en Suiza, ayudó en la intervención, que fue un éxito total. La chica del corazón de reloj viviría muchos años, pero tendría que cultivar la paciencia, pues las manecillas, hechas de turmalina negra, siempre acababan por adelantarse un poco.


Esta es mi propuesta para Escribir Jugando de diciembre, un microrrelato de 83 palabras (sin contar el título), basado en el desafío. Descúbrelo.

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Lídia Castro Navàs

Omikuji

Ha pasado un año, pero lo recuerdo bien.

Visité el templo cuando los cerezos estaban en flor y desafié al destino al coger un mensaje del oráculo. Solo dos posibilidades: buena o mala suerte. Los instantes que pasaron mientras desenrollaba el papel se me hicieron eternos. Fue como una señal de lo que iba a leer. 

Kyō. Un año de mala suerte. 

Y así fue. Primero, el miedo al agua; incluso el acuario de peces de casa me daba pavor. Y luego, la agorafobia.

Ahora estoy en la puerta, solo tengo que subir la escalera y lo habré superado.


*Los omikuji son oráculos que se encuentran en los santuarios budistas y sintoístas de Japón y que se remontan al período Edo. Todavía hoy en día se pueden consultar. Se compra por unos pocos yenes un palito de madera que lleva un número asignado. En el interior del templo están los papelitos enrollados y numerados. Donde viene el mensaje: kyō, mala suerte o kichi, buena suerte. Aunque hay distintos grados de fortuna. 

Esta es mi propuesta para Escribir Jugando de noviembre, un microrrelato de 99 palabras (sin contar el título), basado en el desafío. Descúbrelo.

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La celda de la libertad

Nació bajo la regencia de Urano en su signo solar. Eso ya lo predispuso a que un demonio lo poseyera de bien pequeño. Él jamás quiso hacer el mal, pero el demonio que tenía dentro era más fuerte que él, así que esperó a ser mayor para conspirar contra su propia posesión. Se entregó a las autoridades y lo encarcelaron. En esa celda, el demonio acabó por abandonar su cuerpo por aburrimiento y él pudo ser libre al fin. 


Esta es mi propuesta para Escribir Jugando de octubre, un microrrelato de 79 palabras (sin contar el título), basado en el desafío. Descúbrelo.

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Lídia Castro Navàs

La idea

Quería crear una historia que fuese la novela de aventuras de todos los tiempos. Me disponía a escribirla, ya tenía todos los ingredientes: un héroe como protagonista, la búsqueda de una isla de ubicación misteriosa, un tesoro importante al nivel del Santo Grial, la lucha contra la adversidad…

Entonces, solté el lápiz. Me di cuenta de que no estaba creando nada nuevo; todo eso ya existía en otros libros. Me maldije. Cogí la goma y borré las pocas líneas escritas. Puse un nuevo título: La tortuga marina que quería ser un león.


Esta es mi propuesta para Escribir Jugando de septiembre, un microrrelato de 92 palabras (sin contar el título), basado en el desafío. Descúbrelo.

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Lídia Castro Navàs

La sombra y el chamán

Le pedí al chamán un remedio para el mal que padecía mi madre en la sangre. Me recomendó las flores de una extraña planta. Resultó ser un cactus de minúsculas flores negras. Eran preciosas, pero un escalofrío recorrió mi espinazo al cogerlas. Le preparé el remedio a mi madre y esa noche se deshizo en sollozos reviviendo la traumática muerte de su padre cuando era pequeña. 

El chamán no me había advertido de esos efectos. Mi madre no solo curó su dolencia de sangre, sino que también sanó una herida profunda que se cernía sobre ella como una larga sombra.


Esta es mi propuesta para Escribir Jugando de julio, un microrrelato de 100 palabras (sin contar el título), basado en el desafío. Descúbrelo.

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Lídia Castro Navàs

El susurro del agua

Era una tarde de primavera de 1928. Estaba sentada en el patio, justo al lado de la fuente, observando el cielo. El atardecer lo cubría todo de color rosa y una suave brisa levantaba los pétalos que habían caído horas antes. Algo captó mi atención, una estrella brillaba con más intensidad. «¿Qué será?», me pregunté. “Es Plutón”, me llegó en un susurro. Miré a mi alrededor, pero seguía sola, entonces una figura de mujer se materializó en lo alto de la fuente. 

—Soy Yin, la dama del agua, yo responderé a todas tus preguntas.

Me quedé atónita.


Esta es mi propuesta para Escribir Jugando de junio, un microrrelato de 97 palabras (sin contar el título), basado en el desafío. Descúbrelo.

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Lídia Castro Navàs

Superando limitaciones

Aprendí pronto a valerme por mí misma, a atarme el pecho, cuando aún no me había asomado el busto, para que no me molestara a la hora de tensar el arco. También me costó ganarme la confianza de mis dos compañeros peludos, pero lo logré a base de mostrar quién era el alfa de nuestra pequeña compañía. Mi visión y mi oído se afinaron con los intensos entrenamientos. Me había convertido en la mejor arquera del poblado. Ahora podría defenderlo y honrar así la memoria de mis padres, a quienes vi morir a manos de unos asaltantes cuando era niña.


Esta es mi propuesta para Escribir Jugando de mayo, un microrrelato de 100 palabras (sin contar el título), basado en el desafío. Descúbrelo.

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