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Hubo un tiempo en que trabajar era sinónimo de felicidad, porque suponía la paz y sustento para la familia. Hubo un tiempo en que las canciones eran entonadas desde el corazón; daban igual los acentos y los timbres. Hubo un tiempo en que se cantaba mientras se trabajaba; ya fuera recolectando fruta, bordando o desplumando aves. Así lo hacía mi abuela: trabajar con alegría, cantar con el corazón.
Este mes se lo dedico a mi abuela, que falleció recientemente (11/02). De ahí, mi ausencia.