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No necesito esperar a la noche para que la oscuridad me lleve.
Todo se tiñe de negro a mi alrededor y mi brillante esencia se esconde en lo más profundo de mí, por temor.
Y, de repente, todo explota. Se abre la veda. Soy incapaz de detener el caudal de emociones que se agolpan en el espacio reducido de mi pecho encogido por la angustia. Y se precipitan a borbotones en forma de lágrimas y sollozos. Vomito gritos, se me desgarra el alma y me domina el dolor por un instante que se me hace eterno.
Pero, del mismo modo que se inicia, llega a su fin. Sin más.
Y aflora de nuevo la luz de mi alma, que me arropa con su calidez y me reconforta. Y así, mi mar emocional se calma, hasta la próxima marea…
@lidiacastro79
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