Va de música (1)

Como ya os dije en una ocasión, la música me acompaña a la hora de escribir. Y, mientras avanzaba mi próxima novela: La bruja, la espada y la hija del herrero, también escuché canciones muy diferentes. No puedo poneros todo lo que me gustaría, así que he seleccionado unas cuantas que voy a mostrar en distintas entradas.

Hoy os traigo tres intérpretes con un tipo de música muy similar (al menos para mí) y que mezclan géneros como el pop, la rumba y el funk. Ellos son Bebe, Macaco y Huecco. Son tres canciones tranquilillas 😉

Espero que las disfrutéis. ¡Buen fin de semana!

 

 

 

Lídia Castro Navàs

¿Dónde estás?

– ¿Por qué me has abandonado? -Grité a los cuatro vientos.

Me pareció verla por los jardines colindantes al castillo, así que me fui tras ella. Salí por la puerta de la cocina que daba a las cuadras. Me escabullí entre todo el personal ocupado en sus quehaceres matutinos y nadie se percató de mi marcha. Recorrí el camino de tierra que separa el edificio principal, de los jardines; crucé la gran explanada cubierta de hierba y estampada de amarillas y diminutas flores; atravesé unos espesos arbustos hasta llegar a la fuente, pero no pude dar con ella.

– ¿Dónde te has metido, inspiración?

@lidiacastro79

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La inspiración

Me encontraba frente a la pantalla azulada de mi portátil. En la hoja en blanco del procesador de texto, parpadeaba incansable el cursor negro, recordándome que mis dedos permanecían inmóviles encima del teclado. Mi cuerpo en tensión era incapaz de moverse, en cambio, mi mente no paraba de escudriñar en la oscuridad en busca de la inspiración a una velocidad de vértigo. Miles de palabras inconexas inundaban mi cabeza y era incapaz de poner en orden todo ese alud de pensamientos.
Con la mirada perdida y los labios mordisqueados por mis propios dientes, esperaba la llegada de mi musa. A veces se rezagaba pero… ¿Me habría abandonado?

Lídia Castro Navàs

De noche en la oficina

Inicio de la historia:
Eran las 11 de la noche de un viernes y todavía estaba en la oficina, entre montañas de papeles y llamadas desagradables de hombres enfadados. Sus compañeros de redacción ya hacía horas que se habían marchado. Ninguno de ellos le había prestado su ayuda, vaya novedad. Y Raquel, sola con sus remordimientos por haber plantado, una noche más, a su pareja en el restaurante era incapaz de encajar las piezas del tema que le había tocado redactar. El tic tac del reloj se alternaba con el sonido del teclado al escribir, mientras sus nervios no hacían más que aumentar…

Mi continuación:
Tener que redactar un artículo sobre una truculenta historia de amor siempre era complicado, pero esta vez lo era aún más, pues ella era parte implicada. Nadie lo sabía y ella lo había obviado cuando el jefe le encargó la tarea. ¿Pero cómo iba a escribir sobre algo que tanto dolor y vergüenza le causaba? De repente, la bombilla de su lámpara parpadeó y la sacó de sus cavilaciones. Sin esperarlo, le sobrevino la inspiración y las yemas de sus dedos empezaron a deslizarse por el teclado, como guiados por una musa invisible.

@lidiacastro79

Entrada para participar en un sorteo de tres libros (Más información: El placer de la lectura)