La espera desgastada,
el tiempo paralizado, detenido en un suspiro,
interrumpido, cortado,
que no se llega a liberar.
La tensión mortecina de un agarre que no aprieta,
olvidado en el óxido del tiempo.
Atrapado en pensamientos líquidos
que no se materializan
y que esconden el suspiro no nato
de un alma errante,
perdida entre objetos cotidianos.
Lídia Castro Navàs.












