Ayer por la mañana fui a la consulta. La charla estuvo bien, porque me encanta conversar, pero me siento engañada. Todo el tiempo hablando de mis padres, de mi relación con ellos, de su relación entre ellos, del trato que tenían conmigo… Y al final, nada. Como en cada ocasión, llega la hora y me voy por donde he venido, sin avanzar y con trabajo atrasado. Les tengo que decir a mis pacientes que son ellos los que tienen que hablar ¡y no, yo!
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