128

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Había contado esos escalones en muchas ocasiones. 128. Suponían la distancia que separaba las caballerizas de mi alcoba, situada en lo alto de la torre norte, justo debajo del palomar. Pronto me acostumbré a dormir con sus arrullos y ese olor tan característico. A lo que no me habitué fue a estar tan lejos de ti, de tu calidez, de tu aroma… Cada día recorría los 128 escalones para llegar a la cuadra y estar un rato contigo, cepillarte y hablarte de cómo ansiaba mi libertad. Tú me respondías con tus relinchos, que aunque no los entendía, me reconfortaban sobremanera.

Lídia Castro Navàs

 

El postigo

El espléndido día de sol y calor me hacía envidiar un largo paseo por las más de cien hectáreas ajardinadas. No me permitían salir del palacio, pero me conformaba con admirar los jardines desde mi privilegiada  posición. Mis funciones eran claras: dejar pasar el fresco, impedir la entrada del sol directo y evitar las miradas indiscretas, excepto la mía; los humanos no saben cómo de curiosos podemos llegar a ser los postigos. 

@lidiacastro79

 

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En el palacio 

Mi nacimiento en el palacio pasó bastante desapercibido, pues no era la primogénita y ni siquiera tenía derecho al trono. Pero mi infancia transcurrió feliz: me encantaba corretear por los jardines, me sentía libre en plena naturaleza; esconderme en la cocina, donde siempre encontraba algo que picar; curiosear por las distintas habitaciones, hasta que las sirvientas me echaban a gritos, pues no toleraban mi presencia. 

Era algo de lo que mi madre siempre me había advertido: “Los humanos no nos soportan, hija, aunque seamos ratas de palacio.”
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Todo llega a su fin

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Palazzo de Stupinigi (Turín, Italia). Foto: @lidiacastro79

Caminaba por los pasillos del palacio con nostalgia, arrastrando las enaguas de mi vestido de gala y admirando todo a mi alrededor: cortinas, molduras, tapices, pinturas, muebles, candelabros… Cuando llegué al salón de baile no pude sino rememorar los ecos de las canciones que una vez sonaron desde la galería donde se situaba la orquesta. No podía creerme que toda esa vida se estaba muriendo. Mi estatus llegaba a su fin.

@lidiacastro79

Entrada para participar en el Reto 5 líneas del blog de Adella Brac: «Las palabras soñadas»

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